El enfrentamiento entre Luyra Enosentidos Daimiel y CB Miguelturra dejó una mezcla de sensaciones para el conjunto local, que mostró dos caras a lo largo del partido: un inicio prometedor y un final marcado por el desgaste físico y mental.
El primer cuarto muy bien para el conjunto daimieleño, imponiéndose en defensa y mostrando gran fluidez en ataque. La circulación de balón generó tiros liberados que, en su mayoría, acabaron en dentro. Este despliegue llevó a Miguelturra a solicitar su primer tiempo muerto antes del ecuador del cuarto. La pausa surtió efecto y permitió a Miguelturra ajustar su defensa, aumentando la intensidad y recuperando balones, lo que les permitió sumar puntos rápidos al contraataque.
El segundo cuarto fue el más complicado para Daimiel. La desconexión tanto en ataque como en defensa les pasó factura, con poca capacidad de reacción incluso tras ajustes y rotaciones. Ninguna de las soluciones lograron cambiar la dinámica, dejando a los de Javier Ramírez en un estado de confusión que Miguelturra supo aprovechar para aumentar su ventaja.
Sin embargo, el tercer cuarto vio un renacer del equipo local, que recuperó la consistencia defensiva y la claridad ofensiva que había mostrado al inicio. Daimiel se mostró competitivo, ganando el cuarto y reavivando la esperanza de remontar. La energía colectiva permitía soñar con una victoria, gracias a la solidez defensiva y el buen movimiento de balón en ataque.
El último cuarto fue una continuación del esfuerzo, pero el cansancio empezó a pesar. El Luyra Enosentidos Daimiel seguía firme en defensa, aunque algunos despistes fruto del desgaste les costaron puntos importantes. En ataque, aunque el movimiento de balón seguía siendo correcto, el acierto ya no acompañaba. La falta de efectividad en los tiros abiertos fue decisiva para que finalmente no se pudiera recortar la diferencia.
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